Dicen que el éxito consiste en pasar de fracaso en fracaso sin perder entusiasmo. Podemos sufrir muchas derrotas pero no debemos ser derrotados. Si no se pierde, no se puede disfrutar de las victorias. El éxito no es el final, el fracaso no es fatal: es el coraje por seguir lo que cuenta.

Llegar a Sevilla, era un sueño inimaginable, empezamos el camino de este sueño copero, en la tierra madre, en nuestra tierra, Galicia, contra el Boiro, nadie pensaba en un camino tan largo y bonito.

Navarra, contra el Valle de Egüés, Castilla y Leon, en una ciudad histórica y con mucho recuerdo para alguien llamado Rodrigo, Burgos.

El camino continúo en las islas afortunadas, contra el Tenerife; después al líder y equipo revelación del momento, el Girona.

Semifinales épicas contra equipo de Champions, la Real Sociedad y se llegó a la otra ciudad eterna, a la perla de Guadalquivir, a la ciudad soñada, Sevilla.

Qué mayor homenaje a un torneo glorioso, que Galicia, Navarra, Castilla y Leon, Canarias, Cataluña y el País Vasco. Una Copa del Rey, como su nombre enmarca, MAJESTUOSA.

Ayer me pellizcaba y pensaba, un niño de Betanzos, con muchos sueños e ilusiones, nos traía hasta otra isla mágica, la Cartuja. Tanto barro en nuestro cuerpo en tanto años de sinsabores para llegar, días tristes, días alegres, frío, lluvia, granizo, nieve, muchos viajes de tu familia cada día por llevarte a entrenar y de repente, todo esfuerzo, merecía la pena. El segundo brigantino, que llegaba a una final de Copa. Me sigo pellizcando, de repente, el Tigre, Don Daniel Rodríguez Vázquez, con un golpeo mágico y de artistas, “con la calidad y el arte se nace”, ponía por delante al Mallorca y enloquecía a una isla, y a muchos de la grada de la Cartuja.

Sus padres, su mujer, sus hijos, sus amigos en las gradas del Estadio Olímpico sevillano, lloraban de alegría y de ilusión, el sueño de un niño había traspasado cualquier imaginación nuestra posible. Los momentos vividos y sentidos y sobretodo disfrutado, nunca podrán salir del interior de nuestros cuerpos.

A veces, las derrotas son dolorosas y tristes, pero por encima de toda esa tristeza, está el orgullo y la sensación de saber que todo esfuerzo y, ¡es muchísimo!, ha merecido la pena. Sin perder ningún partido de la Copa del Rey os vais sin el título. Los leones, grandes rivales y fieros en momentos se llevaron el galardón, pero la gloria y el orgullo nunca nadie nos lo podrá robar.

Enhorabuena al Athletic y sus cuarenta años de espera y Amunt a un equipo bermellón muy grande y competitivo.

Siempre moriremos con las botas puestas y hoy, de nuevo nos hemos levantado, Gracias por tanto, querido Dani!